«Atiende a ti mismo, es decir:
examínate a ti mismo por todas partes.
Ten despiertos los ojos del alma
para vigilarte a ti mismo.»
«Atiende a ti mismo; es decir a tu alma.
Adórnala, cuídala, hasta que desaparezca,
por tu diligencia,
toda suciedad que se la haya pegado del mal.»
«Oponte en la lucha a los "enemigos invisibles"
[los propios errores o defectos inherentes].»
«Atiende, pues, a ti mismo,
para que atiendas a Dios...»